Mi historia no parte de un título ni de un método. Parte de una búsqueda.
Durante muchos años intenté comprender por qué sentía tanto, por qué me dolía tanto lo incoherente, lo superficial, lo que no tenía alma.
Viví una larga etapa en el mundo de la empresa, acompañando a personas en procesos de cambio, liderazgo y conflicto desde los recursos humanos. Allí aprendí a leer entre líneas, a escuchar lo que no se dice, a mirar con compasión los miedos y las máscaras.
Pero había algo en mí que pedía más: más profundidad, más verdad, más sentido.

Ese anhelo me llevó a formarme durante años y, sobre todo, me llevó a mirar hacia adentro.
Porque no hay formación más transformadora que atravesar las propias heridas.

Creo profundamente que cada persona guarda una sabiduría única, una verdad que no se aprende, sino que se recuerda.
Por eso acompaño desde el respeto, la escucha y la presencia.
Sin recetas. Sin etiquetas.
Solo un vínculo humano y genuino desde el que todo puede transformarse.

De esa travesía nace también La Cartografía del Alma, una herramienta viva que he creado para ayudar a nombrar lo que sentimos, comprender cómo nos protegemos y descubrir los dones que esperan ser expresados.

Si has llegado hasta aquí, probablemente tu también estés buscando recordar.